Todo humo.

 

Pesadillas diurnas.


Conozco la casa.

El suelo está

yermo de abrigo.

La rodea la mentira

en las sábanas limpias

en el cuento del lavabo.

Fría

macabra

húmeda

ajena

triste

melancólica

obviada de lámparas y alondras

como el balcón sin semillas del tercero.

Victoria y una margarita blanca

traen gotas de lluvia a mi mejilla.

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